Del entusiasmo al desgaste: el ciclo emocional de la innovación en grandes organizaciones

Innovar en una gran organización es como correr una maratón con obstáculos que aparecen en tiempo real. Al principio, todo es energía, propósito y una sensación de estar al borde de algo transformador. Pero con el paso del tiempo, ese entusiasmo puede convertirse en duda, desgaste y, en muchos casos, parálisis. ¿Por qué ocurre esto? ¿Cómo podemos anticipar y gestionar estas curvas emocionales para que la innovación no muera antes de madurar?
La curva emocional de la innovación
1. Euforia inicial: “Vamos a cambiarlo todo”
Todo parte con una chispa. Un nuevo programa de innovación, un laboratorio, una aceleradora interna o incluso un hackatón. El entusiasmo abunda: se habla de disrupción, agilidad y cultura innovadora. En esta fase, la emoción se contagia y muchas personas se suman genuinamente, creyendo que ahora sí las cosas van a cambiar.
Claves : alta energía, lenguaje aspiracional, baja conciencia de los obstáculos reales.
2. Realismo emergente: “Esto es más difícil de lo que pensábamos”
Con el tiempo, los límites de la organización —políticas internas, prioridades operativas, estructuras jerárquicas— comienzan a chocar con las intenciones innovadoras. Los proyectos piloto se atrasan, los recursos no llegan, los aliados se diluyen y aparecen las tensiones entre lo “nuevo” y lo “establecido”.
Claves: pérdida de impulso, resistencia pasiva, primeros signos de frustración.
3. La paradoja del 20%: buenas intenciones, malos incentivos
Muchas organizaciones han intentado instalar capacidades de innovación con una fórmula atractiva pero mal implementada: permitir que los equipos dediquen un “20% de su tiempo” (en teoría, media jornada a la semana) al desarrollo de nuevas ideas o proyectos.
Sin embargo, en la práctica, ese 20% nunca se libera realmente. Los mandos medios —bajo presión por cumplir metas operativas— siguen exigiendo el 100% de la productividad convencional. Resultado: las personas que creen en la innovación terminan entregando el 120% de su energía, trabajando fuera de horario o cargando con dobles responsabilidades.
Esto no solo es insostenible, sino profundamente desmoralizador. Con el tiempo, los equipos se desilusionan, sienten que la innovación es solo una pantalla de marketing o un “adorno institucional” sin respaldo real. Y cuando la experiencia no se arraiga en lo cotidiano, la cultura innovadora se convierte en una ficción hacia afuera, no en una transformación hacia adentro.
4. Fatiga y escepticismo: “¿Vale la pena seguir?”
Si la innovación no logra generar resultados visibles o no se conecta con las prioridades del negocio, surge el escepticismo. El relato se vuelve cínico, los equipos se retraen, y aparecen los famosos proyectos zombis: iniciativas que no se cancelan formalmente, pero que nadie quiere liderar ni usar. La innovación se transforma en una palabra vacía.
Claves : burnout, falta de liderazgo, pérdida de legitimidad del área de innovación.
¿Cómo evitar el desgaste y mantener viva la innovación?
1. Trabaja la innovación como un músculo, no como una campaña
Evita que la innovación sea solo un “momento” institucional. Desarrolla capacidades permanentes, crea rutinas, mide avances y celebra pequeños logros. La constancia vence al entusiasmo efímero.
2. Define bien qué es “éxito” (y revísalo periódicamente)
¿Es lanzar una solución? ¿Generar ahorros? ¿Aumentar engagement? Muchas veces, los proyectos innovadores fallan no por falta de valor, sino por expectativas mal calibradas. Asegúrate de alinear los indicadores con el contexto.
3. Detecta y enfrenta a los proyectos zombis
Haz auditorías periódicas al portafolio de innovación. Si un proyecto no tiene dueño, presupuesto ni impacto, hay que cerrarlo o rediseñarlo. No tener miedo a “matar ideas” es clave para avanzar.
4. Cuida la salud emocional de los equipos
La innovación exige energía emocional: lidiar con la incertidumbre, la crítica, el error y la exposición constante. Crea espacios de contención, retroalimentación y recuperación. Innovar también cansa, y hay que hablarlo.
5. Conecta con el negocio y el propósito
Los equipos se mantienen motivados cuando ven que lo que hacen importa. Acércate a los dolores reales de la organización, muestra cómo la innovación resuelve problemas concretos y genera valor. Eso revitaliza.
En resumen
El ciclo emocional de la innovación es inevitable, pero no incontrolable. Reconocer estas etapas, diseñar mecanismos para acompañarlas y asumir que el entusiasmo inicial debe ser gestionado —no celebrado ciegamente— es fundamental para sostener cualquier esfuerzo transformador.
En vez de preguntarnos cómo generar más ideas, quizás debamos preguntarnos: ¿cómo sostenemos emocional y organizacionalmente el viaje completo de la innovación?