Por qué cualquier innovación que no valide en 90 días debe morir

Cómo validar sin agotar a la organización y convertir la innovación en un hábito repetible
En muchas organizaciones, la palabra “innovación” despierta tanto entusiasmo como fatiga. Hay quienes sueñan con la próxima gran disrupción y quienes la asocian a proyectos eternos, presupuestos inflados y resultados que nunca llegan.
He visto empresas atrapadas en iniciativas que, después de meses o incluso años, siguen en “fase piloto” sin ofrecer pruebas tangibles de impacto. El problema no suele ser la falta de ideas, sino la ausencia de un marco disciplinado para validarlas rápido y decidir con claridad si escalar o abandonar.
Mi propuesta es simple:
Si un proyecto de innovación no genera aprendizajes o resultados medibles en 90 días, debe replantearse o salir del pipeline.
Este límite de tiempo no es arbitrario. Obliga a trabajar con hipótesis claras, a priorizar recursos y a mantener la atención de los líderes. Los proyectos de innovación que se extienden indefinidamente suelen ser síntoma de supuestos mal estructurados, de una falta de foco o de baja alineación con la estrategia.
1. El contexto: por qué las organizaciones necesitan innovar más rápido
En entornos con alta rotación de personal, recursos limitados y estructuras tradicionales, los proyectos largos sufren por cambios de prioridades, pérdida de patrocinadores internos y desgaste del equipo.
Además, los ciclos largos diluyen el sentido de urgencia. La innovación pasa a un segundo plano frente a las urgencias operativas, y lo que comenzó como una iniciativa estratégica termina siendo un “proyecto zombie”: consume presupuesto y energía sin generar valor real.
Por eso, más que apostar todo a un único gran proyecto transformador, es preferible ejecutar pilotos cortos, de bajo costo y alto aprendizaje.
2. El marco: Minimum Viable Innovation System (MVIS) en 90 días
El concepto de Minimum Viable Innovation System (MVIS), desarrollado por Scott Anthony, David Duncan y Pontus Siren, propone crear en 90 días una estructura mínima pero funcional para que la innovación deje de depender del azar y se convierta en un proceso sistemático.
La lógica es muy clara: igual que una startup construye un MVP (producto mínimo viable) para validar su propuesta, las empresas pueden construir un MVIS para validar su capacidad de innovar con disciplina.
En mi experiencia aplicando pilotos rápidos, este enfoque funciona porque:
- Define un foco claro y evita dispersión.
- Reduce el riesgo de apostar recursos a ideas sin validar.
- Fomenta la cultura de aprender haciendo.
- Introduce mecanismos de decisión rápida, que en organizaciones tradicionales son escasos.
3. Las cuatro fases de un piloto de innovación de 90 días
Aunque cada organización y sector tiene particularidades, el marco se puede resumir en cuatro fases consecutivas que se solapan parcialmente para acelerar el proceso.
Fase 1: Días 1–30 – Delimitar el terreno
El primer paso es diferenciar entre dos tipos de innovación:
- Core: mejora de la operación y de la oferta actual, buscando impacto rápido.
- Nuevo crecimiento: explorar nuevos segmentos, mercados o modelos de negocio.
Aquí es clave medir la brecha entre los objetivos estratégicos y lo que las proyecciones actuales ofrecen. Esa diferencia marca cuánta energía dedicar a cada tipo de innovación.
Y sobre todo, es momento de eliminar proyectos zombie: ideas que siguen vivas solo por inercia, que no están alineadas con el foco ni tienen resultados claros.
Fase 2: Días 20–50 – Escoger 2–3 áreas de oportunidad
En tres semanas de investigación ágil se busca información accionable:
- Conversar con clientes para identificar necesidades no resueltas.
- Explorar tendencias, cambios regulatorios y tecnologías emergentes.
- Revisar ideas internas que han surgido de forma espontánea.
Con esos insumos, se realiza un taller de liderazgo para seleccionar 2 o 3 áreas estratégicas que cumplan tres criterios:
- Un problema relevante y mal resuelto.
- Una oportunidad habilitada por un cambio tecnológico o contextual.
- Una ventaja competitiva difícil de imitar.
Fase 3: Días 20–70 – Equipo pequeño, foco total
La ejecución requiere un equipo reducido (máximo 3 personas) trabajando en paralelo en dos ideas.
Para liberar recursos, se puede declarar una “amnistía de proyectos”, donde los equipos pueden cerrar iniciativas sin futuro sin temor a repercusiones.
La clave aquí es aprender rápido, apoyándose en checklists de mejores prácticas y evitando la tentación de “perfeccionar” antes de validar.
Fase 4: Días 45–90 – Gobernanza ágil
En esta etapa, las decisiones no pueden depender de comités lentos. Se crea un grupo reducido de patrocinadores senior con autonomía para iniciar, detener o redirigir proyectos.
El modelo toma elementos del capital de riesgo:
- Libertad para decisiones tácticas dentro de un presupuesto acordado.
- Inversión progresiva según hitos validados.
- Respuesta en menos de 72 horas a bloqueos críticos.
4. Más allá de los 90 días
Si un piloto demuestra tracción, se integra en procesos formales y se asignan recursos para escalarlo.
Si no, se documentan los aprendizajes y se cierra el proyecto sin culpa. En este marco, fracasar rápido no es un problema, es una estrategia de gestión de riesgo.
Además, el trabajo en pilotos de 90 días suele revelar barreras estructurales (en presupuestos, incentivos o planeación) que, una vez identificadas, se pueden corregir para facilitar futuras innovaciones.
5. Conclusión: una cultura de foco, aprendizaje y velocidad
Los pilotos de 90 días no son un truco para “innovar rápido” sino un mecanismo para innovar con intención, validando hipótesis de forma disciplinada y sin agotar a la organización.
Con este enfoque, las empresas pueden:
- Alinear innovación con estrategia.
- Evitar la trampa de proyectos eternos.
- Generar resultados visibles que mantengan la atención del liderazgo.
- Construir una cultura que valore tanto el éxito como el aprendizaje.
En tiempos de incertidumbre y cambios acelerados, la verdadera ventaja no es tener más ideas, sino convertir las buenas en resultados antes de que pierdan relevancia. Y para eso, 90 días son más que suficientes.